El uso de sistemas de refrigeración, congeladores y acondicionamiento de aire, a base de cloro y bromo, así como algunos aerosoles, han contribuido a la destrucción de la capa de ozono de la atmósfera terrestre, que protege a los seres humanos y otros seres vivos de la radiación ultravioleta (UV) nociva que proviene del sol.
Especialistas advierten que de continuar la utilización de sustancias como Clorofluorocarbonos (CFC), Hidroclorofluorocarbonos (HCFC), metilcloroformo, tretacloruro de carbono y el bromuro de metilo, entre otros, aumentará la afectación de la capa protectora de la Tierra y sus habitantes. Estas sustancias que agotan la capa de ozono se introdujeron principalmente en los años setenta en una amplia gama de aplicaciones industriales y de consumo, sobre todo en refrigeradores, aparatos de aire acondicionado y extintores de incendios.
Las sustancias expulsadas a raíz de fenómenos naturales, como las erupciones volcánicas, pueden afectar también a los niveles de ozono.
Los científicos advierten que la mayoría de las sustancias emitidas por la actividad humana que agotan la capa de ozono permanecen en la estratosfera durante décadas, lo que propicia que la recuperación de la capa de ozono sea un proceso muy lento y de muy largo tiempo.
De acuerdo con información del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio (CEPMPM), el agujero de la capa de ozono, que se produce por la emisión de gases nocivos, se encuentra en la Antártida.
Una evaluación científica del agotamiento de este escudo protector de la Tierra, realizada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 2018, revela que la recuperación de la capa de ozono, para quedar en niveles anteriores a 1970, tardará más de 4 décadas, es decir, después de 2060, si se evita el uso de sustancias que la dañan.
Los científicos advierten que deben intensificarse las acciones en todo el planeta para cuidar dicha capa protectora, ya que el ozono actúa como filtro, o escudo protector de las radiaciones nocivas y de alta energía que llegan a la Tierra.
La reducción de la capa de ozono aumenta el nivel de radiación ultravioleta que llega a la superficie de la tierra, lo cual, a su vez, puede aumentar las probabilidades de sobreexposición a los rayos ultravioleta y los problemas de salud asociados con ello.
Especialistas en materia de salud indican que entre las afectaciones se pueden mencionar están el cáncer de piel (melanoma y no melanoma, envejecimiento prematuro, supresión del sistema inmunológico ( lo que nos haría más propensos a sufrir enfermedades transmitidas por virus y bacterias.) y cataratas, entre otros daños.
Otra consecuencia muy grave sería el aumento de temperatura en el planeta, lo que propiciaría el calentamiento de los mares, con el consecuente daño a las algas marinas que son fuente de alimento de miles de especies, entre ellas las que consume el ser humano.
Asimismo, tendría como consecuencia que el proceso de fotosíntesis en las plantas se altere, incluso afectar el proceso de cosecha de los productos que consumimos diariamente.
¡Cuidemos el planeta¡